jueves, 21 de enero de 2016

Principio de incertidumbre

En 1925, el matemático Werner Heisenberg formuló el Principio de Incertidumbre, que revolucionó el mundo científico en los locos años 20. De manera muy resumida, su aseveración vino a decir que nada se puede predecir con exactitud. Que siempre habrá un porcentaje de incertidumbre o indeterminación en el conocimiento. Su enunciado causó una auténtica revolución entre los físicos de la época, pues suponía la desaparición definitiva de la certidumbre clásica en la física y la introducción de un indeterminismo que afecta a los fundamentos de la materia y del universo material. Además, este principio supone la práctica imposibilidad de llevar a cabo mediciones perfectas, ya que el observador, con su sola presencia, perturba los valores de las demás partículas que se consideran e influye sobre la medida que está llevando a cabo. Por esta formulación, se le reconoció con el Premio Nobel de Física en 1932 con apenas 31 años.
 
Si llevamos este principio a nuestras empresas y organizaciones, acabaríamos de un plumazo con la inmensa mayor parte de esas afirmaciones que los que se precian de ser los gurús, declaran día tras día. Gurús que por cierto suelen profetizar desde puestos de responsabilidad media y alta con demasiada asiduidad. Habría que preguntarse cómo es posible, tantas veces, tan poco ojo a la hora de seleccionar a determinadas personas que ocupan puestos de mandos intermedios y directivos. Así que, desde quienes se supone que tienen la responsabilidad de impulsar e ilusionar a los equipos ante el futuro, se escuchan habitualmente frases del tipo "esto no tiene solución..." "yo ya sé..." "tú no sabes..." "tú no puedes..." y el inevitable "Eso aquí es imposible".
 
El principio de incertidumbre es la mejor noticia que podemos tener los optimistas ante este lenguaje agorero que tanto nos rodea. Afortunadamente, si para algo puede servir el ejercicio de la consultoría, de la formación o del coaching, es para afirmar, rotundamente, que a diario descubres en organizaciones aparentemente inmovilistas que hay gente, maravillosa, que se atreve, y que detrás de ése atreverse, de cambiar el "pero" por el "vamos a intentarlo", se obtienen resultados extraordinarios e impensables, y sobre todo, que hasta llegar ése "cuándo", hay un "mientras" de pasión, disfrute y aprendizaje continuo.
 
En este papel de observador que formuló Heisenberg siempre entendí que estaba el rol del facilitador, es decir nuestro trabajo de consultoría, formación o coaching. Si por el hecho de observar la realidad, de ser testigo, ya se influye en ella por el hecho de introducir una variable de indeterminación, no digamos las posibilidades que se abren para cambiar el "estar siendo" de un equipo, de un profesional, si nos atrevemos a provocar conversaciones inteligentes, de disponibilidad de discrepar, y construir, ante las cuestiones que nos frenan y que no nos dejan ver más allá.
 
Y en esa estamos. Haciendo camino al andar. Y por eso se abre este nuevo blog, como símbolo del nuevo proyecto empresarial sobre el que el viejo proyecto personal se quiere apoyar para seguir creciendo, aprendiendo y aportando a los equipos y personas que quieren cambiar su realidad. Sumando gente buena y buena gente. Nacimos, comenzamos a crecer, y ya hasta nos reproducimos, y si no que se lo digan al bueno de Matías, nuestro Director de NNTT, que allá en la Argentina a estas horas ve nacer a su primer retoño.

Y como colofón, me atrevo a proponerte un experimento: que hagamos lo posible para que 2016 sea nuestro año, y cada día nuestro día. Y nos encantará que nos invites a que seamos testigos de tu realidad, y a que en la medida de nuestra posibilidades podamos sumar a tu proyecto.

Así pues, manos a la obra. Nada está escrito. Te propongo tres puntos de partida, que al menos a nosotros nos han servido. El primero, ponte ilusiones, muchas, y sobre todo que sean ilusiones que te pongan como una moto. Y si son ilusiones que puedes compartir con un equipo, y con las que todos os identificáis, ni te cuento cómo van a ser a partir de ése momento vuestras conversaciones, vuestra relación con la realidad, y vuestra visión del futuro. Lo segundo, comprométete con ellas, que no sean flor de un día, un fuego de artificio de una conversación inspirada o de un Gin Tonic más cargado de la cuenta. Demuestra que eres fiel a tus palabras, y que sobre esas propuestas de palabra, eres coherente en tus acciones. Y lo tercero, y no menos importante, no se te ocurra no celebrar cada pequeño éxito, cada buena noticia. Una cervecita tras una buena reunión es la mejor compensación que puedo ofrecer a mis dos socios. Que cunda el ejemplo. Este puede ser un buen ejemplo de un buen principio. Principio de incertidumbre 
 
 

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